Lars Björk muestra las huellas de un lobo en un bosque
recubierto de nieve en el centro de Suecia, donde la mayor caza de este
depredador en la historia reciente del país divide a la población.
"Tenemos bastantes lobos aquí", explica Björk a la
AFP, mientras se instala en una pequeña cabaña de caza a unos kilómetros de la
ciudad de Västerås.
"De hecho nos encontramos ahora mismo" en uno de
sus nuevos territorios, añade este especialista de los lobos, que es parte de
la Federación sueca de cazadores.
Este año, el país nórdico ha permitido a los cazadores matar a 75 ejemplares de una población estimada en 460, según la autoridad de protección del medioambiente. Es el número más alto desde que se autorizó la caza de este mamífero en 2010 y más del doble que la temporada pasada.
El periodo para cazarlos empezó el 1 de enero y termina el 15 de febrero. Desde entonces, más de 50 lobos fueron matados. Pero es probable que no se llegue a la cifra máxima autorizada. Una de las razones es que la caza del lobo divide a la sociedad de este país nórdico, al igual que en otros países como España y Francia.
Durante mucho tiempo, Suecia fue considerado un modelo para
la protección del medioambiente, aunque se opuso durante siglos a los lobos,
considerados una plaga en el siglo XIX.
El Estado incluso pagaba recompensas por matar a este animal hasta mediados del siglo XX, lo que lo llevó al borde de la extinción. Su población volvió a crecer en las décadas posteriores a los años 60 después de que el gobierno lo declarara especie protegida.
Cuando su número superó los 200 ejemplares, el gobierno
autorizó su caza, pero bajo condición de respetar las cuotas impuestas durante
el periodo establecido.
"El objetivo es simplemente limitar los problemas que
causan en áreas más rurales", exlica Björk, de 59 años.
Para los ganaderos, los lobos representan una amenaza, ya que atacan al ganado, sobre todo a las ovejas. También suponen una amenaza para los perros de caza, utilizados para rastrear y dirigir animales salvajes como ciervos y alces.
Suecia autoriza también la caza de osos pardos, glotones y
linces -- todos ellos considerados en peligro de extinción -- para limitar los
daños al ganado y a los renos.