Sabemos que los cigarrillos liberan diversos compuestos tóxicos como arsénico, nicotina, hidrocarburos aromáticos, alquitrán, metales pesados, entre otros. Y, además, una solo puede contaminar hasta cincuenta litros de agua potable. Es por esto que esta iniciativa no se trata solo de una cuestión de respeto hacia los otros bañistas, sino también de protección del medio ambiente, puesto que una colilla tarda en degradarse más de una década.
Quien incumpla la norma recibirá multas de 30 euros.
Se estima que se desechan 4,5 trillones de colillas por año en todos los rincones del planeta y, otro dato a tener en cuenta, es que las colillas arrojadas al suelo en áreas forestales, sin ser debidamente apagadas, son causantes de un gran número de incendios.
En un informe de 2017 sobre el impacto medioambiental del
tabaco, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó de que cada año
generamos entre 340 y 680 millones de kilos de residuos procedentes de esa industria.
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"Las consecuencias ambientales del consumo de tabaco lo trasladan de ser un problema individual a ser un problema humano", afirmó en aquel informe Oleg Chestnov, subdirector general de la OMS. |
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Nadie está a salvo. Ni las personas, ni los mares, ni las
montañas, ni el aire, ni las ciudades, ni las playas, ni los ecosistemas están
libres de las consecuencias de los desechos tóxicos de las colillas de
cigarrillos, que en la actualidad aún no cuentan con ninguna política de
tratamiento de residuos.