En el mundo se han estado cambiando las pajitas o sorbetes
de plástico por las de papel, con el argumento de que son más respetuosas con
el medio ambiente. Sin embargo, una nueva investigación sugiere que, después de
todo, esta tendencia bien intencionada podría no ser la mejor alternativa.
El estudio, que acaba de publicarse en la revista Food
Additives and Contaminants, encontró que la gran mayoría de los sorbetes de
papel analizadas contenían sustancias químicas sintéticas, conocidas como
sustancias poli y perfluoroalquilas o PFAS.
Las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas
(PFAS) son una gran familia de más de 12.000 productos químicos perfluorados
resistentes fabricados por el hombre. Sus propiedades únicas repelentes al agua
y resistentes al fuego, así como su estabilidad térmica y química, garantizan
que estos compuestos orgánicos se produzcan y utilicen a gran escala industrial
para diversas aplicaciones.
Sin embargo, la mayoría de los PFAS apenas se descomponen y
son acumulativos y potencialmente tóxicos para los seres humanos, los animales
y el medio ambiente.
"Los sorbetes hechos de materiales vegetales, como papel y
bambú, a menudo se anuncian como más sostenibles y ecológicas que las hechas de
plástico -explicó Thimo Groffen, autor del estudio y científico ambiental de la
Universidad de Amberes-. Sin embargo, la presencia de PFAS en estas pajitas
significa que eso no es necesariamente cierto".
Los especialistas del estudio examinaron 39 marcas de
sorbetes en Bélgica de supermercados, jugueterías, cadenas de comida rápida,
farmacias y tiendas de comercio electrónico. Los sorbetes estaban hechas de
papel, bambú, vidrio, acero inoxidable o plástico, y los investigadores
probaron cada marca para detectar concentraciones de PFAS.
Los PFAS se introdujeron por primera vez en la década de
1940 para ayudar a los productos a resistir el aceite, el agua y la grasa. Los
llamados comúnmente como"químicos eternos" se encuentran en innumerables
productos, desde utensilios de cocina hasta alfombras y telas, según los
Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU.
Si bien las PFAS pueden ingresar a los alimentos a través de
plantas, animales y centros de procesamiento contaminados, "también es posible
que cantidades muy pequeñas de PFAS ingresen a los alimentos a través del
empaque, procesamiento y utensilios de cocina de los alimentos", según la
Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU.
Aún limitadas cantidades de PFAS no suponen ningún riesgo.
Sin embargo, una acumulación de sustancias químicas en el cuerpo puede causar
efectos peligrosos para la salud debido a cambios en las enzimas hepáticas,
aumento de la presión arterial y ciertos cánceres, según los CDC (aunque los
efectos a largo plazo en humanos aún no se comprenden completamente porque solo
se han realizado estudios con mayores concentraciones de PFAS en animales).