El 29 de agosto de 1900, por iniciativa del Doctor
Estanislao Zeballos, el Consejo Nacional de Educación estableció el Día del
árbol en todo el territorio nacional. Con el objetivo de la concientización y
el cuidado de la naturaleza, el Día del árbol ya tenía su precedente en Suecia
donde se fijó esa fecha, pero en el año 1840.
La conservación de los árboles, además de favorecer a los demás seres vivos por el aporte de oxígeno durante el proceso de fotosíntesis, es imprescindible por muchas otras funciones menos reconocidas, pero igualmente esenciales, purifican el aire, forman suelos fértiles, mantienen ríos limpios, captan agua para los acuíferos, regeneran los nutrientes del suelo y mejoran el paisaje
A la supervivencia de otras especies se suma el rol
elemental de los árboles como protectores que evitan la erosión de la tierra,
resguardan la superficie terrestre de los efectos de las lluvias abundantes,
proveen de alimento a otros seres vivos con sus frutos e impiden en un 50% el
ingreso de rayos ultravioletas.