En 2009, la Asamblea General de la Organización de Naciones
Unidas proclamó el 22 de abril como Día Internacional de la Madre Tierra,
reconociendo que el planeta y sus ecosistemas son nuestro hogar común, y
expresando su convicción de que es necesario promover la armonía con la
naturaleza, en pos de un equilibrio justo entre las necesidades económicas,
sociales y ambientales de las generaciones actuales y futuras.
Los Estados Miembros han señalado reiteradamente que tanto
el agotamiento mundial de los recursos naturales como la rápida degradación
ambiental son el resultado de patrones de producción y consumo insostenibles
por sus consecuencias adversas para el planeta y todos los seres vivos que lo
habitan: la pérdida de biodiversidad, la desertificación, el cambio climático y
la interrupción de varios ciclos naturales.
Los ecosistemas son el sustento de todas las formas de vida
en la Tierra: de su salud depende directamente la salud del planeta y sus
habitantes. El Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los
Ecosistemas (2021-2030) busca orientar los esfuerzos de los Estados Miembros a
prevenir, detener e invertir la degradación de nuestro hábitat, en todos los
continentes y océanos, a fin de alcanzar los grandes objetivos de la Agenda
2030: poner fin a la pobreza, proteger el planeta y mejorar las vidas y las perspectivas
de las personas en todo el mundo.